lunes, 12 de abril de 2010

Chuvanópolis

Meses sin escribir. Tel vez dejé muchas ideas ir y acepto que muchas veces las desaproveché por pura y física pereza. En todo caso, hoy no escribo desde Bogotá, sino a poco más de 4000 km de la ciudad de la buena fe: desde Florianópolis, estado de Santa Catarina, del país tropical, Brasil.

Es una ciudad completamente distinta, mucho más pequeña, con otro ritmo de vida. Es turística, es de barrios de millonarios (con casas de narcos colombianos), de rumba al cien por ciento y otros cerca a la UFSC (Universidade Federal de Santa Catarina), para estudiar. Digamos que me ubico en ese último grupo de barrios. Es una ciudad llena de cosas que todo el mundo conoce, pero que no tiene parecido con alguna otra que haya visto o de la cuál sepa. Tiene, dicen oficialmente, 42 playas. Está situada en una isla que lleva el mismo nombre de su estado: "Ilha de Santa Catarina". Es bastante grande, considerando que tiene apenas poco más de 400 mil habitantes y su área es de unos 430 km², mientras Bogotá tiene 1800 km² y una población de 8 millones, eso es 20 veces más personas en un área apenas 4 veces más grande. La isla está llena de pequeñas montañas o "morros" en portugués, lo que ya la hace bien diferente de la capital Colombiana. Hacia donde se mire hay verde, subidas y bajadas, así que es un paisaje en general agradable.

Vista del centro Florianópolis desde el mirador ubicado en el Morro da Cruz.
Al fondo los puentes que comunican la isla con el continente.


Es la ciudad con la segunda mejor calidad de vida, después de Brasilia, y así mismo, la segunda más cara. Pero tiene una gran ventaja comparada con las otras grandes ciudades brasileras como São Paulo, Rio de Janeiro, Recife, etc. y es la seguridad. Cuenta, eso sí, con la típica distribución suramericana de zonas de peligro, donde se sabe que el centro es uno de los sectores más peligrosos, al contrario de las ciudades europeas o gringas. A propósito, aquí "gringo" es cualquier extranjero, no sólo los estadounidenses. Pero eso puede ser tema de otra entrada del blog.


Hablando de extranjeros, prácticamente cualquier hispanohablante (excepto que sea español) es considerado aquí argentino, a primera vista. Eso es una desventaja en Brasil, dada la rivalidad, que para nadie es secreto acá, entre el país de la samba y el del tango. Sea por fútbol, sea por el ego de los argentinos o su fama de venir en verano y dejar las playas vueltas nada, tal vez sea una forma muy a priori de juzgar al latino, pero no nada que un par de frases no pueda cambiarle el concepto que tiene un brasilero de uno, al presentársele: "No soy argentino. ¡Soy colombiano!". Y eso, por lo general, puede acabar en dos situaciones extremas. La reacción inmediata puede ser preguntar si uno les puede vender marihuana ("maconha") o cocaína, que es la más común, mientras que en el otro extremo, el positivo, está la reacción de: "¿En serio? Yo conozco un colombiano que me cae muy bien y...".

Pues bien, así las cosas, la mayoría de veces no queda más remedio que poner cara de ponqué y explicarles que Colombia no es sólo droga, café y FARC, porque esa es, tristemente, la versión que tienen acá del país. El problema es cuando se toman en serio lo de que uno carga con kilos de droga en los bolsillos y ahí es cuando, personalmente, decido no volver a hablar mucho con esa persona. Hablando de estereotipos de países, aquí como ciudad brasilera que se conozca y respete hay carnaval, alegría (hasta marzo), gays y cerveza por millones de litros. Ni Rio, ni São Paulo ni muchas otras se salvan de poseer estas cuatro típicas características, que obviamente se acentúan y perciben en la época de carnaval, o sea, en febrero. Aquí no celebran el carnaval de proporciones faraónicas de Rio, pero también hay sambódromo, hay escuelas de samba, igual de profesionales a las de la ciudad del cristo redentor y como carnaval que se respete, sea aquí o en Colombia, hay borrachos, muchos. El peligro es que prácticamente no hay controles en las vías para detectar conductores en estado de embriaguez, entonces desde tempranas horas de la noche puede ser un peligro cruzar avenidas, porque mucha gente maneja ebria y no hay controles. Ese es un primer gran punto negativo en términos de movilidad para Floripa (como se le dice a la ciudad, de cariño).
Pero claramente la idea no es resaltar los aspectos negativos de la ciudad, sino más bien explicar por qué es una ciudad tan variada y qué es lo que hace que a veces se sienta uno en un paraíso natural.


Floripa, reitero, es una ciudad relativamente tranquila, en muchos barrios se puede salir a caminar sin ningún problema hasta las 12am ó 1am, incluso el centro de noche, no es nada parecido con el de Bogotá a la misma hora. Aquí hablan de que puede ser peligroso. En Bogotá es peligroso. Tienen muy buenas vías, teniendo en cuenta que están dentro de una isla y éstas no hacen parte de la gran red de vías que atraviesan estados enteros en el país. A pesar de que su emblema es un antiguo puente de los años 20, éste ya hace décadas que dejó de funcionar y no es más que un monumento en restauración en estos momentos. Ahora la isla se comunica con el continente y el resto del país a través de dos puentes paralelos, cada uno de cuatro carriles.

Ahora bien, yendo a un tema de interés más general, el sistema de transporte público funciona a base de taxis y buses, nada del otro mundo. Pero en los últimos, nada que ver con los de mi ciudad. Aquí hay terminales de buses bonitas, organizadas, ubicadas en los barrios importantes o donde hay puntos críticos, como en el centro y en barrios como Trindade, Santa Mónica, Campeche, entre otros. Los buses tienen horarios con exactitud casi europea. Esto, a razón de los trancones que de vez en cuando se forman en las avenidas menores, pero que no es cosa de todos los días. Los buses, a diferencia de los capitalinos y como debería ser en todas partes, paran en los paraderos y la gente respeta las puertas de entrada y salida, nadie se las da de vivo entrando por atrás, o regatea el precio a la mitad, ni utiliza los puestos exclusivos para discapacitados o la tercera edad, que si no estoy mal, no pagan. Estos puestos se ubican en el espacio que hay entre el conductor y el cobrador. Eso sí, por un buen servicio se paga una buena suma de dinero, $2,80 reales es el precio para el público en general. Para hacerse una idea $1 real son más o menos $1070 pesos. Sabiendo esto, un pasaje vale unos $3000 pesos. Pero como aquí a los estudiantes sí se les da algo de importancia (aparte de que Floripa es una ciudad, además de turística, universitaria), hay descuentos si se obtiene una tarjeta de estudiante o incluso hay tarjeta de ciudadano, para el usuario frecuente. Para los últimos el precio queda en R$2,20 ($2350 pesos) y para el sufrido estudiante, el precio se reduce a unos mucho más razonables R$1,20 ($1280 pesos). Ésto es $320 pesos más barato que lo que vale transportarse en un articulado o biarticulado de la capital. Como dato curioso también cuentan con buses articulados para rutas de mayor flujo de personas.

Terminal de buses en el barrio Trindade: TITRI (Terminal Integrada da Trindade).

El sistema acá tiene varias similitudes con Transmilenio:
  • Lo manejan varias empresas, por lo general cada una tiene autonomía sobre ciertas zonas.
  • Se puede tomar un bus y cambiar posteriormente a otro sin pagar de nuevo el pasaje, pero no en todos los paraderos, como TM, sino sólo en las terminales. Además, si no estoy mal, se dispone de un tiempo límite para hacer ese tipo de transbordos sin que se tenga que debitar de nuevo.
  • Los ingresos se manejan, al igual que TM, con tarjetas. Aunque también se recibe pago en dinero dentro del bus, pero a la tarifa de $2,80.
Y algunas diferencias:
  • Las tarjetas sólo pueden ser recargadas con anterioridad a su uso.
  • No se venden pasajes sencillos en forma de tarjeta, ésta siempre es de uso personal y tiene vigencia, sea de ciudadano o estudiante.
Los taxis son con cuadros rojos y tomar uno de estos vale un ojo de la cara. Tienen un precio por lo menos del doble de lo que vale alguno promedio en Colombia.
Pero no todo en materia de transportes es precios elevados e injustificados aquí, porque al menos la inversión se ve. Hay muy buenas vías para viajar, en las vías intermunicipales sí hay gran cantidad de controles electrónicos de velocidad, reductores y algo que aquí hay por decenas, tanto en ciudad como en carretera, son policías acostados. Para el peatón y el ciudadano que no utiliza carro para transportarse hay ciclorrutas a lo largo de algunas avenidas principales, aunque cubren sólo pequeñas porciones de la isla y hace falta andenes un poco más grandes que le den espacio a los peatones y ciclistas.Ésto es más importante aún si se tiene en cuenta que tener carro aquí puede representar un gasto astronómico. La gasolina no dura, debido a la topografía de la ciudad que le exige mucho al motor. Los repuestos, seguros y demás arandelas a las que se les tiene que invertir al automóvil son de precios elevadísimos. Y por encima de todo eso, los carros son caros, muy caros. Es más, no sólo el mercado automotor tiene aquí en Brasil un costo inasequible, sino que la tecnología es incluso más cara, todo por proteger el mercado nacional de las importaciones cobrando impuestos de entrada que también están por las nubes. Pero de todas formas, hasta los productos nacionales son caros. Un computador portátil o televisor LCD, ya sea de producción local o no, tiene un precio de mínimo 1.5 veces lo que valdría en Colombia, comprándolo claro en tiendas autorizadas, porque ni hablar de comparar con productos colombianos importados por otros medios.

La vida turística empieza a tener su declive por estos días. El verano inicia su fin y las temperaturas marcan en los termómetros números como las bogotanas. Las lluvias de verano pueden ser causantes de más de una úlcera, pues en ocasiones se prolongan por muchísimas horas y a veces días. El clima en una semana puede ser una montaña rusa. Hay variaciones de hasta 8 grados celsius de un día para otro y tal como en Bogotá, así como en la mañana puede hacer un sol veraniego envidiable, en la tarde el cielo puede estar cayéndose y manteniendo a todo el mundo en casa, sus trabajos, o la universidad, si es que los cogió allá. Por eso el título de la entrada (lluvia, en portugués, se escribe "chuva").

Y bueno, escribiendo desde esta ciudad de clima loco, cuyo sustento es el turismo en verano y los estudiantes y la pequeña industria el resto del año; transmitiendo mi percepción e impresiones desde un país de fiestas por montones, educación superior gratis*, a pesar de ser caro en otras cosas, en crecimiento, futura superpotencia mundial, próximamente espero traer más datos y vivencias de movilidad de este pequeño paraíso escondido a los ojos de la mayoría de extranjeros, quienes sólo saben de Rio de Janeiro y São Paulo. Tal vez con estos y otros datos más de uno en Colombia o cualquier otro país hispanohablante se anime a venir y conocer esta ciudad académica y de playas y montones de actividades y lugar por hacer y descubrir. Hasta el momento ésta es sólo una visión muy general para explicar a grosso modo todo lo que tiene por ofrecer Floripa, pronto habrá entradas más específicas.

*Lo único que hay que hacer para entrar a una universidad federal o estatal, que además son las mejores, es presentar un examen tipo ICFES, ofrecido anualmente y obtener un mínimo de puntos para ganarse el cupo en ella.

3 comentarios:

  1. Mal ahijado gracias por trasportarnos a conocer la realidad y cultura de tu paraiso tropical. ;)

    ResponderEliminar
  2. Bueno hermano chévere saber de ud, y lo más importante es saber como ud percibe este nuevo evento en su vida. Excelente descripción afortunados aqueyos que viajan porque de ellos es el mundo.
    Éxitos

    ResponderEliminar
  3. Estupendo blog, siempre he querido conocer Florianópolis y su relato me acerca mucho a él, en especial sobre el tema que más me gusta como es el del transporte. Un saludo,

    germanpri@gmail.com

    ResponderEliminar